domingo, 16 de octubre de 2011

noche.

Noche. Noche fría, noche oscura, noche de tormenta, noche de esperanzas, de sueños, de sentimientos, noche de preguntas sin respuesta, Noche. Noche de un 12 de abril, noche de recuerdos, de emociones perdidas, de esperanzas esfumadas, de sentimientos que persisten, de sentimientos que se van, Noche.
Han pasado ya 5 años, y aún así la noche de un 12 de abril sigue ahí, y efectivamente ahí, junto a la ventana de esa habitación pintada de color crema, está él. Sigue ahí, asomado en la ventana, contemplando las estrellas, observando aquella pareja de felices jóvenes dando a conocer su amor al mundo entero desde el banco de la plaza, contemplando los coches, las personas, observando y explorando todos y cada uno de los secretos de su ventana. Y ahí, junto a él, ella. Observando sus perfectos rasgos, su mirada, la ventana. Él la mira, ella la mira y sus labios dibujan una sonrisa. Ella lo abraza. Puede que pasaran 30 segundos, 2 minutos, o media hora, no se querían soltar, no querían. Sus labios chocan entre sí, mientras se funden en un tierno beso. Suena un móvil. El hombre la suelta y descuelga. Le hace un gesto de disculpa a la mujer y desaparece por el pasillo. Ella se queda unos segundos más contemplando la ventana. Las estrellas han sido tapadas por las nubes, la pareja ya no está, y ahora los coches pasan espontáneamente. Su sonrisa se desvanece. Se da cuenta de cómo pueden cambiar las cosas en cuestión de minutos, o incluso de segundos. Llega él, se sienta junto a ella y le susurra al oído un “lo siento”. Se meten en la cama y ella apaga las luces. Y tal y cómo he mencionado antes, unos minutos, o tal vez horas pueden dar un giro de 180 grados en tu vida.
Mañana del 13 de abril. Ella se le levanta. Él ya no está. Ella se da cuenta de que a su lado falta algo, no oye la respiración pausada que oía todas las mañanas, no ve el bulto del cuerpo que solía dormir a su lado, no ve nada, no oye nada. Se levanta rápidamente en su busca, pero lo único que consigue encontrar son armarios vacios, cajones vacios, estantería vacías. Lo único que encuentra es su ausencia. Se deja caer al suelo apoyada en la pared y empieza a llorar, a gritar. Aún no le entra en la cabeza lo que ha pasado, no se lo puede creer. Coge el móvil, lo llama y nada. Llama a todos sus amigos más íntimos pero no saben nada. Ella desesperada se viste rápidamente y coge el coche en dirección la estación. Nada. Pasa por el bar donde va siempre que dan algún partido importante, por su trabajo, pero nada. No sabe qué hacer. No se ve capaz de volver a esa casa, allí solo quedan recuerdos de un pasado perfecto al que quiere volver a formar parte, pero que no puede. Y eso la mataba por dentro. Condujo hasta el bloque de pisos de su hermana. Su hermana Laura la abre y al verla llorar no dice nada, simplemente la deja pasar, cierra la puerta y la abraza. La abraza cómo si el mundo dependiera de ello. Ella empieza a llorar otra vez, pero esta vez no está sola. Laura está con ella, aunque en realidad siempre lo ha estado, siempre han permanecido juntas. Laura se ofrece para ir a su casa y recogerle todas sus cosas y llevárselas a su piso, pero ella se lo impide, prefiere afrontarse a ello toda sola. Irá dispuesta a coger todas sus pertenencias de la casa y mirar la casa por última vez. Al cabo de un tiempo decidirá que va a hacer con ella.
Al llegar a casa, introduce las llaves y entra. Jamás le había parecido tan difícil entrar en su propia casa. Coge varias cajas de cartón que tenía en el lavadero, y empieza a recoger sus cosas. Se sienta junto a la mesita de noche, abre el primer cajón, y se encuentra con aquella foto. La foto de ellos sentados debajo del árbol de la Judea. El árbol del amor. Ella piensa para sus adentros si en realidad fueron un nosotros o un simple tu y yo. Al ver esa foto, se acuerda de que él siempre le decía “cuando hables, procura que tus palabras sean mejores que el silencio.” Nunca le había preguntado por su significado, por simple miedo de no entender la respuesta.
Ahora han pasado 5 años, ella esta rehaciendo su vida poco a poco. Vendió su casa, y ahora vive con su hermana. La foto del cajón de la mesita de noche, está junto con otros recuerdos en una caja en el sótano. Ella espera que nunca más sea abierta. Pero aún no tiene el valor suficiente como para tirarlo. Ha decidido borrar su pasado y empezar su nueva vida desde cero.